De dónde sale esto.

En mayo de 2009, fui a Los Ángeles en un viaje de trabajo. Se trataba de asistir a un evento anual al que sólo suelen ir los grandes jefes de ciertas empresas, pero ese año, un "gran jefe" no pudo ir y fui yo, una doña nadie. El blog nació sólo como una forma diferente y barata de comunicarme con mi familia y amigos mientras estaba allí, a 9 horas de distancia temporal. Pero luego, le cogí el gustillo y, aunque ya no estoy allí, sino en Madrid, considero que nuestras vidas son unas grandes súper producciones y que yo, al fin y al cabo, sigo siendo una doña nadie en Hollywood.

lunes, 19 de julio de 2010

Soy clásica.

Este fin de semana, por pereza y porque no me encontraba muy bien, pasé mucho tiempo entre el sofá y el sillón. En algún momento tenía que cansarme de Internet y de las revistas y de los libros... y, por supuesto, de lo que ponen en la tele (algo que desconocería totalmente, si no fuera porque me pagan por saberlo). Así que opté por hacer algo que llevaba mucho tiempo sin hacer: bajarme películas y verlas tranquilamente en el salón.

Repasando el listado de títulos que cierta página me ofrecía, me di cuenta de que no me apetecía ver prácticamente ninguna de las que no había visto y, no es que yo sea muy exigente con la calidad cinematográfica. Con que me entretenga, vale. Quiero decir que no me hace falta que la peli en cuestión haya obtenido varios Osos de Oro, Conchas de Plata y Palmas de Cannes. Sólo pido que no me haga sufrir mucho.

Estuve a punto de tirar la toalla y verme por enésima vez algún episodio de Friends o de Sexo en Nueva York, pero entonces, aparecieron varios títulos clásicos y... no me pude resistir.

Estoy educada en el cine clásico. En el cine en blanco y negro. Cuando era pequeña, pensaba que la vida adulta era un poco así. Que yo sería una especie de Katharine Hepburn, que acudiría a fiestas (con unos vestidos maravillosos y un peinado muy complicado), donde los hombres vestirían con pajarita y todo el mundo sonreiría amablemente con una copa de champagne en la mano. Probablemente yo sería la anfitriona y llamaría "queridos" a todos los invitados: "Querida, tienes un aspecto encantador", "Querido Charles, tú siempre con tus bromas"...

Recuerdo que me pasé media infancia deseando ver Cantando bajo la lluvia. Como no había vídeo, tenías que esperar a que la pusieran en la tele. Mientras tanto, yo la idealizaba muchísimo. Había visto tantas veces la escena de Gene Kelly bailando con aquella farola... (¿hay alguna otra escena en la historia que describa igual de bien la felicidad de un hombre enamorado y correspondido?). Me sabía la canción entera. Me acuerdo perfectamente de mí misma, transcribiendo fonéticamente la letra mientras la oía en un radiocassette, porque aún no sabía inglés, pero quería cantarla. Cuando, por fin, un día, la pusieron, recuerdo que estuve todo el día ilusionadísima. Y no me defraudó. Yo creo que pocas cosas te defraudan cuando eres pequeño y tienes mucha ilusión. Y eso que, incluso entonces, la escena de baile de Broadway Melody con la estupenda Cyd Charisse, se me hizo larguísima.

Cuando mis padres sabían que esa noche había en la tele una película antigua que a ellos les encantaba, siempre nos lo contagiaban y hacían de aquello un evento único. Historias de Filadelfia, Atrapa a un ladrón, Charada, Irma la Dulce...

Así que, eso fue lo que hice este fin de semana: dejarme llevar por la magia inigualable de una película antigua y en blanco y negro.

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Por supuesto, hoy tengo que poner la canción favorita de mi infancia...

Y la escena...

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