De dónde sale esto.

En mayo de 2009, fui a Los Ángeles en un viaje de trabajo. Se trataba de asistir a un evento anual al que sólo suelen ir los grandes jefes de ciertas empresas, pero ese año, un "gran jefe" no pudo ir y fui yo, una doña nadie. El blog nació sólo como una forma diferente y barata de comunicarme con mi familia y amigos mientras estaba allí, a 9 horas de distancia temporal. Pero luego, le cogí el gustillo y, aunque ya no estoy allí, sino en Madrid, considero que nuestras vidas son unas grandes súper producciones y que yo, al fin y al cabo, sigo siendo una doña nadie en Hollywood.

viernes, 11 de junio de 2010

¿Quién da la vez?

¡Uf! Ya estoy aquí. Exhausta, pero estoy.

La vida es una larga espera. A veces, no se sabe muy bien de qué, pero igual, se espera. Y el ser humano suele esperar... haciendo cola.

Se hacen un montón de estudios sobre el porcentaje de tiempo que pasamos durmiendo, o trabajando, o haciendo el amor. Pero ¿qué pasa con el porcentaje de tiempo que pasamos en una fila?

Desde bien pequeñitos nos enseñan a esperar en cola. Para entrar en clase, teníamos que formar una fila bien ordenadita. Recuerdo que en mi curso había un mandón al que sus súbditos, le guardaban cada día el primer sitio y nadie le rechistaba (a un mocoso de 6 años, pero que era hijo de la seño). Es un buen entrenamiento para lo que viene después.

Porque después, viene la cola para entrar en la discoteca. Una cola incierta. "¿Me dejarán pasar? ¿Llevaré los calcetines del color adecuado?" Te solías preguntar, mientras veías cómo las tres súper guapas de turno le daban dos besos al de la puerta y pasaban de esperar.

Si la cosa iba bien, una vez dentro y, especialmente, si eras chica, tocaba la cola del baño. ¿Por qué? ¿Miccionamos más lentamente? No. Bien sabido es que no se ha conocido aún el caso de ninguna mujer que haya ido sola al servicio de un local público.

Unos años más tarde, si te da por estudiar en la Universidad (por lo menos, en la pública), se te va a exigir una gran experiencia en hacer cola. Cola para coger cita para matricularse. Cola para matricularse. Cola en la cafetería. Cola para hacer fotocopias. Así, año tras año. El caso es hacer callo para soportar con fuerzas la cola del paro.

Y luego vienen la cola de la pescadería, la del banco, la del estanco, la de Correos, la del autobús, la del aeropuerto... y si te quedan tiempo, dinero y ganas, la del cine.

El caso es que nunca llegamos a cansarnos de hacer cola, porque, cuando nos jubilamos, formamos largas filas para poder probar ese vasito de caldo Gallina Blanca que una señorita muy sonriente ofrece, de manera gratuita y a modo de muestra, en el súper del barrio.

Y en la vida, como en las colas, siempre está el que llega primero, el que se cuela, el que se cansa de esperar, el que pierde el turno, el que se encuentra a un amigo... Porque, como ya he dicho, la vida es una larga espera...

Hoy, en lugar de una canción, os regalo unas risas (de mis favoritas), que nunca vienen mal mientras se espera...
Faemino y Cansado, La cola del cine. http://www.youtube.com/watch?v=b84VCpJfHk8

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