Había una corriente de escritores que escribían borrachos. Estoy en mi coche en Colon. He salido a fumar mientras mi amigo y su novio arreglan sus cosas. Tengo las sienes y los mofletes dormidos. Si no hubiera bebido diría mejillas. Pero he bebido. Mucho. Hoy.
Tengo un taxi al lado. Se mueve y me marea.
Tengo ganas de llorar, pero rio. Y de reír, pero lloro. Y no tengo ganas de corregir las tildes. Hay una luna preciosa y no es necesario.
No he bebido tanto. 3 sangrías. Da igual, para mi es un río de alcohol.
Creo que me quedaría dormida aquí pero vendría alguien a insultarme, o a buscarme o a robarme o a salvarme o a multarme.
Los jueves son así. Casi viernes pero no.
Casi viernes.
Detrás de mi hay alguien enfadado que grita. No se grita en Colon. Hay una bandera gigante y no se debe gritar. Es feo.
Ahora se ha parado un coche negro. Y arranca. Se va.
Mi amigo y su novio estarán hablando y besándose. Yo miro la luna pero esta partida y borrosa.
Solo se que quiero irme y no se a donde. A donde podría? A Sri Lanka. Vámonos a Sri Lanka a pescar como los lugareños.
El tío que grita detrás dice que una es una hija de puta. Seguramente lo es. Hay muchas. Yo no. Yo soy estupenda. Quizás demasiado. Y ahí, ahí, es donde esta el problema. Que el mundo es de los poco estupendos pero altivos.
De dónde sale esto.
En mayo de 2009, fui a Los Ángeles en un viaje de trabajo. Se trataba de asistir a un evento anual al que sólo suelen ir los grandes jefes de ciertas empresas, pero ese año, un "gran jefe" no pudo ir y fui yo, una doña nadie. El blog nació sólo como una forma diferente y barata de comunicarme con mi familia y amigos mientras estaba allí, a 9 horas de distancia temporal. Pero luego, le cogí el gustillo y, aunque ya no estoy allí, sino en Madrid, considero que nuestras vidas son unas grandes súper producciones y que yo, al fin y al cabo, sigo siendo una doña nadie en Hollywood.