De dónde sale esto.

En mayo de 2009, fui a Los Ángeles en un viaje de trabajo. Se trataba de asistir a un evento anual al que sólo suelen ir los grandes jefes de ciertas empresas, pero ese año, un "gran jefe" no pudo ir y fui yo, una doña nadie. El blog nació sólo como una forma diferente y barata de comunicarme con mi familia y amigos mientras estaba allí, a 9 horas de distancia temporal. Pero luego, le cogí el gustillo y, aunque ya no estoy allí, sino en Madrid, considero que nuestras vidas son unas grandes súper producciones y que yo, al fin y al cabo, sigo siendo una doña nadie en Hollywood.

viernes, 30 de diciembre de 2011

Relativizando.

El otro día, fisgando entre los libros de El Corte Inglés de Goya, encontré El mundo amarillo, de Albert Espinosa. Este verano me leí del tirón, en un vuelo La Coruña-Madrid, su famoso "Si tú me dices ven, lo dejo todo... pero dime ven" y me interesé por ese otro título suyo, que desconocía.

Leí la sinopsis y en ella, se hablaba de los "seres amarillos", que es así como llama Espinosa a esas personas que se cruzan en nuestra vida, ya por unos segundos, ya por muchos años, y que la marcan de forma significativa, que la transforman, que hacen que cambiemos ciertos principios, o creencias, o perspectivas...

Uno de mis seres amarillos, para ayudarme a superar un miedo que me acompañaba desde pequeña, me dijo una frase que logró borrar de un plumazo el 80% de la intensidad de mi fobia: "A mayor mal, mayor bien".

Se podría entender de muchas maneras, pero en aquel contexto se refería a que, cuanta más cantidad de actos malvados hay en el mundo, más cantidad de actos buenos se llevan a cabo. Y es verdad.

Tras una tragedia, siempre nos han sorprendido las reacciones de solidaridad, de unión. Es en la adversidad donde sale lo peor y lo mejor de nosotros mismos.

Está claro que todo se comprende y todo existe porque tiene un opuesto. No hay ruido sin silencio, no hay luz sin oscuridad, no hay mentira sin verdad... y parece ser que no hay bien sin mal. Ni mal sin bien.

Sería fantástico que todos fuéramos capaces de ser solidarios, generosos y amables sin que fuera una simple reacción. Que lo fuéramos porque sí, constantemente. Que los anuncios navideños de Coca-Cola no tuvieran que apelar a ello.

Pero... llegará el 9 de enero y todos volveremos a ser los mismos. Porque el pobre en Navidad da más pena que en agosto. Porque queda peor estropearle al vecino la Nochebuena que el 12 de mayo. Porque es importante cenar con los compañeros en diciembre y en abril no viene a cuento.

Y todo esto no es más que por el contraste, por nuestra dualidad inherente, porque todo es relativo.

Feliz año nuevo.

martes, 6 de diciembre de 2011

Treinta años después.

Hay que ver la cantidad de espectáculos que proliferan alrededor de la vida del treintañero medio.

Aparte de que se trata, obviamente, de un público "deseable", comercialmente hablando, es llamativo que muchas de estas producciones apelen a la nostalgia de los que ahora tenemos treinta y tantos.

Es cierto que la nuestra fue la primera generación cuya infancia estuvo marcada por la televisión y esto hace que tengamos muchos más referentes que nuestros padres. También fuimos, quizás, los primeros en mucho tiempo en tener una infancia más bien consumista. Había "más de todo": miles de marcas de chucherías, un montón de juguetes innovadores...

Para colmo, cumplidos los treinta, la mayoría siguieron siendo un poco niños. Muchos aún no han podido salir de casa de sus padres y eso nos da la sensación, quizás, de tener la infancia más cercana.

Y nos comparamos con los que hoy en día son niños y sentimos pena por ellos, porque casi no juegan al rescate o a la goma, porque no tienen Barrio Sésamo, porque están más gordos, etc., etc.

Nos parece que los de ahora tienen demasiadas cosas y menos infancia. Pero... esto es exactamente lo que nuestros padres pensaban de nosotros. Probablemente sus infancias fueron más difíciles y mucho, mucho menos consumistas, pero a ellos les parecía maravillosa. Igual que a nosotros la nuestra. E igual que les parecerá a los niños de ahora cuando tengan treinta y tantos.

A todos nos encanta recordar, encontrarnos aquel juguete que nos trajeron los Reyes en el 79, ver vídeos de 3, 2, 1, Contacto o de Tocata. Apelar a la nostalgia es comercialmente inteligente.

Es bueno recrearse en los buenos recuerdos y a ello contribuyen estupendamente estos espectáculos. Pero dejémoslo ahí, en el escenario, sin llevarlo como bandera en nuestra treintañera vida diaria. Creer que el pasado fue mejor es un síntoma claro de vejez, pero no de sabiduría.

Es más que probable que, dentro de 25 años, proliferen los monólogos en los que se toque la fibra sensible hablando de Bob Esponja y Justin Bieber, de aquellos obsoletos iPads o de un juguete del paleolítico llamado PlayStation3.
----------
Toca un tema retro, ¿no? Especial para treintañeros...
The Love Boat

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Escenas de amor.

Hoy, volviendo a casa en coche, he presenciado una escena sacada de una película romántica de esas que tanto nos gustan a las chicas.

El semáforo de la esquina de mi casa estaba en rojo y, mientras esperaba, he mirado por el retrovisor. En el coche que había detrás de mí iba una pareja. Se les veía bien porque llevaban la luz de dentro encendida. Ella estaba comiendo algo y él, que conducía, empezó a intentar quitárselo para comérselo él. Juguetearon unos momentos entre risas, hasta que cada uno se comió la mitad del (imagino) suculento manjar. Entonces ella le miró, giró la cara de él con su mano, él apagó la luz y se dieron un beso.

Tan bonito que parecía guionizado.

Y me ha encantado recordar que existen esos momentos mágicos, que duran a veces tan poco como la luz roja de un semáforo.

lunes, 24 de octubre de 2011

Poderes.

La gente es poderosa. Todo el que está a nuestro alrededor, tiene poderes.

Algunos tienen el poder de ponernos furiosos, de incendiar nuestra ira. Otros, el de hacernos sonreír.

Hay gente que te hace sentir tranquilo, que te calma. Hay quien provoca que tu corazón se acelere y tu estómago se inquiete y sudes, y te pongas nervioso y tu piel sienta escalofríos y el vello se erice.

Hay quien te hace reír.

Hay quien te hace llorar y hundirte.

Hay quien te avergüenza, hay quien te roba tu carácter, quien te hace desaparecer.

Hay quien te sube el ánimo, quien te alza a un pedestal, quien te hace sentir grande.

Y todo ello, lo consiguen sólo con estar, sólo con mirar, sólo con hablar.

Pero es mentira. Si tienen ese poder es porque nosotros se lo otorgamos. Somos nosotros los que decidimos quién nos derriba y quién nos eleva.

Y hay que ser cauteloso con esas decisiones.
----------
Moondance - Van Morrison.

jueves, 13 de octubre de 2011

En blanco.

No, no he abandonado el blog. Cada noche me planto delante de la hoja en blanco que blogger me ofrece para rellenar con una nueva entrada, pero mi mente se queda más en blanco aún.

Yo, que hablo por los codos ¿no tengo nada que decir? Se ve que no.

Puede que no esté observando lo suficiente. Pero no dudéis que, si veo algo, os lo contaré.
----------
De todas formas, os dejo un tema que habla sobre esa gente a la que a veces parece que le fastidian las sonrisas ajenas y a la que sin duda, hay que ponerles en su sitio, eso sí, con más sonrisas.
Put You In Your Place - The Sunshine Underground.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Adultos.

Cuando era pequeña, suponía que llegaría un momento en el que inevitablemente dejaría de hacer las cosas que solía hacer entonces. De alguna manera, era consciente de mi propia niñez o adolescencia o primera juventud y pensaba que ciertos comportamientos, costumbres, pensamientos y apetencias, desaparecerían con la edad, cuando llegara el momento. Simplemente, suponía que la madurez borraba de un plumazo todo aquello, igual que se abandona el chupete, los vestidos de nido de abeja, los calcetines de perlé o el instituto.

Pero no es así. Yo tenía idealizada a la madurez. Y ahora, que tengo edad más que de sobra para ser madura, veo que, en realidad, es un estado casi utópico. Más que nada porque no conozco prácticamente a nadie realmente "maduro".

Me sorprende, extrañamente, que sigamos siendo imprudentes algunos, ingenuos otros, inseguros la mayoría. Pero más me sorprende aún la preocupante abundancia de comportamientos infantiles en personas adultas: siguen existiendo los chivatos, los maleducados, los malotes, los que se cogen un berrinche por cualquier cosa, los que "chinchan" al prójimo todo lo que pueden...

No hay más que observarlo en el escaparate más visible de este mercadillo: la tele. La actitud de los políticos es de patio de colegio. Aunque usen frases más complicadas que "no te ajunto" o "a la profe que vas ahora mismo". Por no mencionar el comportamiento de individuos varios en ciertos programas de sobremesa o prime time.

Y eso me crea una desazón indescriptible... porque me siento, en cierta forma, desamparada. Desilusionada. Yo pensé que la edad adulta estaba llena de personas inteligentes, de gente a la que admirar realmente, de personas tranquilas de espíritu, limpias de conciencia, que tendían a restar importancia a las cosas que realmente no tienen importancia, que relativizaban con facilidad... Pero no, seguimos siendo niños y estamos solos, sin adultos.

No digo que todo el mundo sea así. Tampoco digo que yo no sea así. Pero es triste que los niños hagan preguntas a las que no podemos contestar, es triste que ellos suelan tener más razón que los adultos y luego, con la edad... a menudo abandonen esa lógica tan aplastante que siempre tienen las miradas vírgenes.
----------
A pesar de todo, un bello tema para esta noche...
Happiness - Rodrigo Leão

viernes, 12 de agosto de 2011

A dieta.

Hoy voy a hablar sobre dietas. Tal vez este tema esté algo desfasado a estas alturas del año, porque la operación bikini suele empezar más o menos en abril y ahora estamos casi todos dedicándonos a fastidiar el esfuerzo de todos estos meses, a base de helados, frituras y demás excesos veraniegos.

Pero lo hago porque ayer estuve en una librería y me llamó la atención la gran cantidad de libros sobre dietas y hábitos alimenticios de todo tipo y también porque vayas donde vayas, todo el mundo habla de la dieta Dukan.

Dejando a un lado problemas serios de obesidad, y centrándome sólo en aquellos/as que como yo, sólo tienen o han tenido simples sobrepesos de 2 a 15 kilos, no puedo evitar preguntarme... ¿por qué triunfan estas dietas?

Os cuento mi caso: este invierno he perdido 10 kilos (cosa nada fácil, porque tengo tendencia a engordar y sobre todo, a comer). Y cuando los demás ven el cambio, la mayoría me preguntan qué dieta he hecho. Y yo respondo la verdad: he hecho la "dieta" típica de no abusar de las cosas que engorden. Es decir... nada de dulces, nada de fritos, no mucho pan y cenas ligeras. Eso sí: no he renunciado a mi Cola-Cao mañanero, sin el que no puedo vivir, tal como a algunos les pasa con el café.

Y ante esto, hay gente que me ha dicho: "es que tienes mucha fuerza de voluntad". ¿Fuerza de voluntad? Algo de ella se necesita, siempre, para ponerse a régimen, efectivamente, pero yo me pregunto: ¿acaso no se necesita una EXTREMA fuerza de voluntad para someterse a una dieta que sólo te deja comer proteína y verdura, o que sólo te deja probar piña, sopas de alcachofa o sirope de arce durante varios días, o que te hace pesar los alimentos, o que no te deja mezclar ciertas cosas? Todo eso ¿para qué? ¿para adelgazar 6 kilos en un mes en lugar de 4? ¿No nos ha preocupado coger 12 kilos en todo un año y ahora tenemos prisa por quitarlos en seis semanas?

No soy nutricionista, ni médico, ni nada parecido. Pero, sinceramente, una dieta es ya lo bastante dura como para añadirle el estrés de preocuparse por cumplir las estrictas normas de famosos regímenes alimenticios.

Hay gente que no puede salir a comer fuera cuando está a dieta. Y eso exige un cambio de vida. Las dietas deberían adaptarse a nuestros horarios y hábitos y no al revés. Si no, estresan, molestan y desaniman.

Puede que se tarde un mes más en alcanzar el peso deseado, pero seguramente será más llevadero, más alentador y muchísimo menos estresante.

sábado, 6 de agosto de 2011

Preguntas.

¿Quién no se ha preguntado alguna vez qué sienten los demás? Es bastante común que de vez en cuando nos preguntemos qué es lo que sienten exactamente respecto a nosotros nuestras parejas, nuestros amigos...

Sacamos un montón de conclusiones y alguna de ellas solemos tomarla como válida. Y reprochamos, a veces, que algunas personas no parezcan claras respecto a lo que sienten por nosotros.

En cambio... ¿estamos seguros de lo que sentimos nosotros mismos? A veces, yo no. Y, cuando eso sucede... ¿cómo podríamos saber qué es lo que sentimos en realidad? ¿Quién te lo puede decir? ¿Hay algún tipo de terapia realmente certera? ¿Puedes ir al psiquiatra o al psicólogo y que te dé un diagnóstico claro? ¿Realmente alguien ajeno a ti puede dar con la respuesta correcta?

Hay momentos en los que no es tan fácil afirmar con convicción que sentimos tal o cual cosa. Hay veces que sentimos con matices y ni siquiera somos capaces de definir esos matices. Lo malo, es que hay ocasiones en las que es absolutamente necesario saber lo que uno siente. Mucho más que saber lo que sienten los demás.

No podemos esperar entender del todo a los demás, cuando es bastante común que no lleguemos a entendernos del todo a nosotros mismos.
----------
Just Hold Me - Maria Mena.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Seis grados de separación.

Supongo que todos conocéis la teoría de los seis grados de separación. La explico de todas formas, por si alguno la desconoce: dice que entre nosotros y cualquier otra persona de este mundo, sólo hay, como mucho, cinco personas entre medias. Es decir, que, por ejemplo, si yo quisiera llegar a Obama, seguro que entre mis conocidos hay uno que conoce a otro que a su vez conoce a otro, que a su vez conoce a Obama.

Hoy en día, esto es relativamente fácil de comprobar, gracias a las redes sociales. Pero, incluso sin ayuda de ellas, nunca deja de sorprenderme lo pequeño que es el mundo en realidad, y lo cerca que estamos todos de todos.

En estas vacaciones nos ha pasado algo relacionado con este tema y son coincidencias que parecen sacadas de películas. Ese tipo de cosas que te recuerdan lo divertido que es vivir, por muy duras que a veces sean las circunstancias.

Mirad vuestra vida desde fuera y veréis que, quitando un poco de hierro al asunto y poniendo algo de distancia emocional, seguro que podría ser el apasionante argumento de cualquier novela.

Os mando una sonrisa soleada desde este paraje, con la promesa de contar las aventuras de esta doña nadie con más detalle.

domingo, 31 de julio de 2011

Sin cobertura.

Sólo un apunte: no he abandonado el blog. Y, si la cobertura me lo permite, mañana lo actualizaré.

Mojácar es un oasis casi carente de 3G.
----------
En la espera, este tema:
Sábanas blancas, cama estrecha - Mastretta.

jueves, 21 de julio de 2011

Un lujo.

Hoy en día, estar de vacaciones es un lujo. No me refiero a alojarse en un resort de 5 estrellas en Isla Cousine, ni a escaparse a esquiar a Aspen. Me refiero simplemente a estar de vacaciones. ¿Por qué? Pues porque eso significa que tienes trabajo.

Así que, esta mañana me he levantado agradecida y me he desperezado con una sonrisa en la cara que significaba "puedo hacer exactamente lo que me dé la gana". Podía seguir desperezándome durante media hora, o podía saltar de la cama al sofá para conservar la postura, o calzarme las bailarinas y caminar bajo el sol. ¡O no! Eso es lo bueno.

Y lo maravilloso de todo eso es que no cuesta absolutamente ningún trabajo acostumbrarse a este status. El cuerpo se amolda con una facilidad tremenda a levantarse tarde, a vestirse con ropa cómoda, a desayunar largo y tendido...

Son tantas las veces que, sentada delante del ordenador de mi oficina, se me ha escapado la mente a imaginarme tumbada en la cama, sólo respirando... o caminando por la ciudad a media mañana... o mirando al horizonte sin reloj, que ahora sólo quiero ser consciente cada minuto de que durante unos días yo, sólo seré yo misma. Mi nombre y mi persona no irán asociados a ningún cargo, puesto, tarea... Mi teléfono sólo sonará para que alguien pregunte cómo o dónde estoy y mis dedos sólo teclearán un ordenador para escribir palabras ociosas.

Enhorabuena a todos aquellos que tenéis vacaciones. No dejéis de sentir en ningún momento el placer de, simplemente, ser y estar.
----------
Hoy, tema romanticón, para empezar las vacaciones dulcemente.
Just The Way You Are - Billy Joel.

miércoles, 13 de julio de 2011

Amiga mía.

Una vez, una mujer extraordinaria que conozco, me dijo que somos capaces de decir cosas de nosotros mismos que jamás diríamos de nuestros seres queridos. Que somos capaces de proferirnos los más crueles insultos, cosa que no haríamos con nuestros amigos.

Y es cierto. Casi todos nosotros nos insultamos al menos un par de veces al día, sin ningún tipo de piedad. ¿Y por qué somos tan exigentes con nosotros mismos, si no lo somos con los demás? Es cierto que a quien nos cae mal, le vemos todo tipo de defectos, pero... ¿acaso es que no nos caemos bien?

¿Seríamos amigos nuestros si no fuésemos nosotros? ¿Nos pareceríamos simpáticos, guapos, graciosos, elegantes? Si no es así... tal vez deberíamos hacer un verdadero esfuerzo por cambiar lo que no nos entusiasma de nuestro ser.

Pero, si aceptamos a nuestros amigos con su dejadez, su pereza, su torpeza, su forma de peinarse, ese horroroso jersey naranja, su impuntualidad o sus meteduras de pata... ¿por qué no nos aceptamos a nosotros mismos?

Yo creo que todos tenemos una cualidad que, bien potenciada, nos hace capaces de conseguir cualquier cosa. Unos, su don de gentes, otros, su inteligencia, o tal vez su perspicacia, o su paciencia, o su tesón, o simplemente una bonita sonrisa que abre mil puertas.

Podríamos pensar que esta vida es un trabajo en equipo y que cada uno pone lo mejor de sí mismo y sentirnos todos a la altura de todos. Ni por encima, ni por debajo.

Me ha quedado un poco como de libro de autoayuda, pero es que estoy harta de insultarme y no salir en mi defensa.
----------
Digámonoslo con alegría...
Love Of Lesbian - Me Amo.

lunes, 4 de julio de 2011

Encaje.

De nuevo en Madrid.

El cuerpo y la mente se acostumbran de una manera casi preocupante a los cambios. Y parece que París fue hace un año.

Caen los días, uno detrás de otro, como fichas de dominó que el calendario empuja. Y ya no sé cuándo será ayer ni cuándo fue mañana.

Recupero sin pensar la rutina del despertador a la hora de siempre, los cinco minutos más de rigor, la ducha sin recreo, el desayuno por cumplir, el camino sin mapa.

Y pasa la mañana y la tarde y creo que me he adaptado rápido, con facilidad. Y, de repente, me doy cuenta de que no. De que aún no he vuelto. De que no termino de encajar.
----------
Download me...
Doncamatic - Gorillaz & Daley.

viernes, 1 de julio de 2011

Elle et moi.

Es la tercera vez que me voy de París y lo hago con la misma sensación que las anteriores: la de estar completamente segura de que volveré. Y es porque, en realidad, nunca me voy del todo de aquí.

A veces pienso que me gustaría ser más original, que amar París es algo casi vulgar. Pero ¿y qué si lo es? Ya sé que todos los pintores la han pintado, que todos los músicos le han compuesto melodías, que todos los poetas la han adorado. ¿Qué más podría aportar yo? No me importa. Es algo entre la ciudad y yo. Es lo que yo siento por ella. Es cómo se acomodan mis pies a sus adoquines. Es cómo mi pelo se moldea con su aire. Es cómo mis ojos reflejan su luz.


Seguramente ésta haya sido la vez que más la he sentido, porque he pasado mucho tiempo caminándola en solitario. Puede que en cualquier otra ciudad del mundo me hubiera sentido sola, perdida o triste en las mismas circunstancias. Aquí, me bastaban las calles.

Han sido unas verdaderas vacaciones de todo, en el lugar del mundo al que más me gusta volver.
----------
Summer Wind - Frank Sinatra.

miércoles, 29 de junio de 2011

Beauté.

La gente ya se dirige a mí en francés. Obvian, incluso, mi cámara de fotos. Me preguntan por calles, autobuses... Y creo que es porque me ven increíblemente cómoda. No me siento extranjera.

Odio sentirme extranjera, vaya donde vaya. Quiero saber cómo viven los demás, lo que comen, dónde compran, cómo se trasladan de un lado a otro... No quiero ser alguien que va a pasar una semana en un sitio. Quiero ser alguien que se muda a vivir a un sitio, aunque sólo sea una semana.

Hoy he visto tantas cosas bellas en todos los sentidos, que ni siquiera puedo escribirlas. Mi expresión no está a la altura de tanta belleza.
----------
Me encantaría que este tema me persiguiera por la ciudad.
Protection - Massive Attack.

martes, 28 de junio de 2011

Marchant dans le soleil et la pluie.

A veces, ser turista es más duro que ir a trabajar. Me he puesto a comparar por un momento cualquier mañana de mis martes con la que he tenido hoy y... menos mal que las vistas, las vivencias y el ánimo compensan, porque físicamente, no hay punto de comparación.

Cualquiera de mis martes comienzan a eso de las 9:10, cuando por fin decido poner un pie en el suelo. Me pongo un vestidito, me plancho el pelo, me calzo unos tacones y me pinto el ojo. Y hala, al coche, con el aire acondicionado y la musiquita a tope. Después, me siento en la silla giratoria y, salvo visitas al baño, al tabaco y a la impresora o algún departamento colindante, no me muevo de allí.

Hoy me he levantado sobre las 9 también. Pero le he dado doscientas vueltas a la decisión de qué ropa ponerme para pasar el menos calor posible. Por supuesto, nada de tacones y mi pelo, con sus rizos habituales. Y después, a andar, con 38º a la sombra, a las 10 de la mañana, bañada en sudor. Abanico por aquí, sombrero por allá, uf, ay, otra vez uf...

Para colmo, en París no se lleva el aire acondicionado. Un número sorprendente de restaurantes carecen de él. Por no hablar de las tiendas o los autobuses. En una boutique de la Plaza de la Ópera, una gota de sudor (mío) ha caído sobre el ticket donde estaba plantando mi firma a la hora de pagar. En las Galerías Lafayette Haussmann, sí lo tienen puesto, pero a unos 27º. Por lo tanto, aquí ni siquiera existe el alivio que tenemos en Madrid, de entrar en El Corte Inglés cada vez que la solana nos pilla en medio de la calle.

Está claro que es porque aquí, lo normal es que haga fresquito. Pero cuando no es así, las bacterias de París deben reproducirse como ratas.


Aún así, todo me ha dado igual. Me he lanzado a las calles a eso de las 17:30 y ya no podía parar. Cada esquina me atrapaba. Y he subido todas las escaleras de Montmartre y he bajado todas sus cuestas. Y he visto todos los obscenos escaparates del Boulevard de Clichy. Y todas las vidrieras y palcos de Lafayette. Y los cines con títulos franceses. Y los puestos de crépes.

Apenas he sacado mi cámara. Por primera vez en ¿toda mi vida? no siento la necesidad de ver una ciudad a través de ella. Sólo quiero verla a través de mis lentillas. Será que la estoy viviendo en lugar de visitarla.
----------
Simplemente.
Le Monde - Thievery Corporation.

lunes, 27 de junio de 2011

Arrivée à Paris.

Segundo día de viaje.

El primero, estuvo marcado por los constantes cambios de paisaje y el constante aumento de las temperaturas.

Burdeos nos brindó una calurosa acogida. Tanto, que nos fue imposible aguantar más de una hora de paseo. Treinta y nueve grados a la sombra, a las 9 de la noche, se hacen difícilmente soportables.

Y hoy, tras parar en Chenonceaux y en Amboise, dos pueblos de cuento con castillos incluídos, hemos llegado a París.

La entrada por la llamada Puerta de Orléans, ofrece enseguida una vista de la Torre Eiffel. Y este hecho, lo encuentro decepcionante. Ya sé que, dada su altura, es imposible, pero ¿no debería hacerse un poco de rogar? ¿No debería ser más difícil descubrirla? Tal vez diga esto influida por la película French Kiss, pero me hubiera gustado tener que esforzarme un poco para vislumbrar su cima. Y eso, que es la tercera vez que la veo.

Una vez instalados en nuestros aposentos y, aprovechando que mi ilusión era, de momento, más fuerte que mi cansancio, me he echado andar sola por las calles de la ciudad, cámara en mano, en busca del crepúsculo.

Se supone que París es la ciudad del amor y que no hay nada más romántico que pasear con tu pareja bajo los árboles de los Campos Elíseos, pero a mí París me debía un paseo con ella de la mano. Solas la ciudad y yo.

Mis pies me han llevado hasta la Rue Fauburg-Saint Honoré, y he caminado bajo los muros de la actual residencia de Carla Bruni. Un cielo rosa aparecía tras el contraluz del Arco del Triunfo y se reflejaba, justo al otro lado, en el obelisco de la Plaza de la Concordia.

Para llegar al Sena desde allí, hay que pasar delante del Petit y el Grand Palais, dos imponentes edificios que ahora albergan restaurantes y exposiciones y, como hoy, a veces dan cobijo a un par de enamorados que parecían formar parte del paisaje, pues, sentados al pie de la escalinata, se han dado un beso del que, durante mi paseo, no he podido ver el principio, ni tampoco el fin. Se besaban quietos, como si no supieran hacer nada más en la vida que besarse el uno al otro.

Enseguida, alcancé el fastuoso puente de Alejandro III, que sirve de pasarela para llegar a la explanada de los Inválidos, donde miles de personas disfrutan del césped y donde yo misma, hace ya demasiados años, dormí una plácida siesta.

El sol se escondía definitivamente tras el Sena y la Torre Eiffel y yo desanduve mis pasos.

He parado a comprar una botella de agua en un puestecillo cercano. El dependiente me ha preguntado de dónde soy y al despedirse, me ha dicho: "Aurrevoire, mon chèri" "Très belle, tu est très belle". Yo sólo acertaba a sonreír y a decir "merci beaucoup" mientras me alejaba, pero, el tipo, insistente, me gritaba desde lejos "eh, mademoisielle!!! sil vous plait!!!!" y gesticulaba pidiéndome que me quedara a charlar con él. Supongo que en una peli, yo habría accedido y según el género del film, yo podría haber terminado pasando una apasionada noche en su buhardilla de Pigalle, o ahogada en el Sena, sin documentación y sin cámara. Y sin botella de agua. Así que, he decidido hacer caso omiso y decir que tengo prisa, eso sí, con una espléndida sonrisa.

Viajando al extranjero me siento como una sueca en Torremolinos a finales de los 60. Y no es una mala sensación sentirse "exótica". En España, cuando compro agua, sólo me dan el cambio y las buenas tardes.

En fin... París siempre será mi segunda ciudad. Nos entendemos muy bien y nunca me decepciona. Veremos si mañana sigue portándose tan bien como hoy.
----------
Por supuesto, hoy un tema en francés con una delicada voz femenina. Aparecía en un anuncio de tónica de los 90... y me conquistó.
Latitudes - Ollano.

sábado, 25 de junio de 2011

Le jour avant le voyage.

No sé cuántas veces habré dicho en este blog que las dos cosas que más me gustan son la música y viajar. Creo que sin ellas, no disfrutaría tanto de la vida. Quizás sea porque viajo y escucho música desde que nací, literalmente.

Cada vez que viajo, es como si hiciera una pausa en el argumento de mi existencia. O tal vez, un giro. Lo dejo prácticamente todo y me voy a ser otra persona. Tengo ojos nuevos y piel nueva, todo listo para percibir las diferencias entre el nuevo sitio y mi entorno habitual.

El día antes del viaje, siempre estoy más atenta a lo que me rodea. Sé que hoy estoy sentada en mi sofá blanco con mi portátil blanco, que me acostaré en mi cama de florecitas rojas, que me despediré del día, como cada noche, regalándole una amplia sonrisa al espejo del baño. Pero mañana todo será diferente. Escribiré en este blog desde la cama de un hotel de Burdeos y el espejo del baño será distinto. Sólo mi sonrisa será igual. O tal vez no. Tal vez sea una sonrisa más cansada, pero mucho más ilusionada.

Me da igual viajar por España que por el resto del mundo, pero cuando salgo al extranjero las sensaciones son completamente distintas. La mente se evade mucho más. Yo soy más en esencia. Y según cruzo una frontera, o una aduana, es como si comenzase un libro: todo es nuevo, todo lo quiero leer, descifrar, entender...

Pocas cosas imagino mejores que viajar con música y ver cómo los árboles, los ríos, los pequeños pueblos y las señales de tráfico, se mueven al compás de la melodía adecuada. La combinación perfecta de mis dos medicinas.
----------
Comienza el viaje.
Wouldn't It Be Nice? - The Beach Boys

martes, 21 de junio de 2011

Diferentes.

Es un hecho que los hombres y las mujeres somos distintos. Pero ¿por qué en lugar de marcar tanto esas diferencias, no nos aprovechamos de ellas? ¿Por qué no terminamos de aceptar esta realidad, unos y otras?

Las mujeres solemos quejarnos de que los hombres no nos entienden. En eso, ambos sexos estamos de acuerdo: ellos también dicen que no nos entienden.

Y lo cierto es que nosotras tampoco nos esforzamos mucho en entenderlos a ellos y encima, les tachamos de simples. ¿No es paradójico? ¿Es que acaso admitimos que no entendemos la sencillez?

Ellos se empeñan en que nosotras tengamos una lógica aplastante; en que digamos que sí cuando queremos decir sí; en que contemos, a la primera de cambio, qué demonios nos pasa, sin que nos lo tengan que preguntar más de una vez; en que no cambiemos de humor sin motivo (aparente)...

Y nosotras nos empeñamos en que cuando ellos dicen que no, tal vez estén diciendo sí; en que si están callados, es porque les pasa algo; en que cuando miran a la vecina de al lado, también están pensando en el horrible vestido que lleva; en que se den cuenta de que nos hemos dado unos reflejos dorados; en que distingan el azul turquesa del pavo real...

Nunca le pedirías a una rana que aprendiera sueco. ¿Por qué nos pedimos los unos a los otros que hagamos cosas que no podemos hacer? Aceptemos que la rana sólo croa y seguramente, nos llevaremos todos mejor. Pero aceptémoslo con alegría, no con amargura. Recreémonos en nuestras diferencias y aprendamos de lo bueno que tenemos cada uno, que es mucho más de lo que pensamos.
----------
Y hoy, peticiones del oyente:
Two Completely Different Things - Jamiroquai.

jueves, 16 de junio de 2011

Amor útil.

Jesús dijo: "Ama al prójimo como a ti mismo". Creyentes o no, esta frase deberíamos entenderla, a veces, al revés: "Ámate a ti mismo como amas al prójimo".

No hay amor más importante que el amor propio. Nunca te querrán tanto como cuando demuestras que realmente te amas a ti.

No se trata de orgullo, ni de soberbia, ni de egoísmo. Se trata de amor. Se trata de cuidarse, de mimarse, de respetarse, de saber que merecemos todo lo bueno.

Se trata de comprender que todo el mundo creerá lo que tú crees de ti. Y si crees que no vales nada, probablemente el mundo también lo crea. Y si crees que te mereces simpatía, respeto, cariño y consideración, seguramente el mundo lo considere de igual forma.

No se trata de ir diciendo en voz alta lo buenos y lo dignos que somos. Se trata de sentirlo de verdad, de saberlo, de interiorizarlo, de dejar que ese sentimiento se mimetice con nosotros mismos de forma natural.

Amémonos a nosotros mismos como a veces amamos al resto: incondicionalmente.
----------
Sin más.
Want - Natalie Imbruglia

domingo, 12 de junio de 2011

Amor inútil.

Me pregunto... ¿sirve de algo un amor no correspondido?

El amor carnal, siempre es una moneda de cambio. Siempre es un amor egoísta, un amor que necesita ser compensado. Entonces ¿por qué somos capaces de amar a quien no nos ama? E incluso, ¿por qué somos capaces de amar a quien ni siquiera ha reparado en nosotros?

Probablemente, no exista ningún otro sentimiento humano que pueda subsistir sin una recompensa. Odiar sin ser "correspondido" es mucho más fácil. Sólo esperas que la otra persona sufra y hasta tú mismo puedes hacerla sufrir.

Pero amar sin ser correspondido es dar duros a peseta. Es dejarse la luz del baño encendida cuando no hay nadie en casa. Es meter billetes de 500 euros en la lavadora. Es intentar llenar de agua un colador. Cocinar para nueve y que sólo vengas tú a comer.

No hay mayor gasto inútil que ese tipo de amor. No te hace mejor persona. No te hace más feliz. Ni más mártir, ni más santo.
----------
Así son las cosas.
The Killers - The world that we live in.

miércoles, 20 de abril de 2011

Extraña salida.

Están jugando el Real Madrid y el Barça, la final de la Copa del Rey. En el segundo tiempo, me he bajado a la calle a comprar tabaco. Tengo un bar justo en la esquina, nada más salir del portal. Yo pensaba que estaría lleno hasta la bandera de hinchas de unos y otros viendo el partido, pero... estaba cerrado.

Así que me he ido al siguiente bar, una manzana más arriba. La calle estaba desierta, casi completamente. Tan desierta que, la única persona que he visto me parecía sospechosa. No se oía nada. Sólo ha pasado un coche, con paso tranquilo.

He llegado al bar y me he topado de frente con 6 ó 7 hombres sexagenarios, que me han parecido todos el mismo. He dicho un tímido "hola". La máquina de tabaco estaba justo debajo de la tele, así que los 6 ó 7 sexagenarios sólo han tenido que mover los ojos hacia abajo para verme y, una vez vista, los han vuelto a subir a la pantalla. He sacado tabaco de espaldas a ellos y he dicho un tímido "adiós".

He vuelto a la calle y seguía desierta. Bueno, no. Se me ha "semicruzado" un gato negro. Pero era un gato negro de angora, por lo que creo que no cuenta. Un gato con pedigrí no puede dar mala suerte, por muy negro que sea.

El suelo estaba mojado tras la espectacular tormenta de esta tarde, pero la temperatura era tremendamente agradable. Tanto, que me he planteado no subir aún a casa e irme a dar un paseo a disfrutar de la brisa húmeda en mi cara. Pero he pensado que, si me viera alguien, yo le parecería sospechosa. No es normal que a estas horas y con un partido así en la tele, le pueda dar a alguien por pasear...

martes, 19 de abril de 2011

Medidores de tiempo.

El domingo por la tarde tuve sesión de cine casera entre amigos. Decidimos ver "Sexo, mentiras y cintas de vídeo", una peli de 1989, dirigida por Steven Soderbergh. El cine es una de las cosas que te hace darte cuenta de cómo ha pasado el tiempo por nosotros.

No es por las modas (el pelo de James Spader en esa peli, merece una entrada aparte en este blog), ni porque te hagan recordar cómo era tu vida hace veintidós años. Es por comparar lo que sentiste al ver aquella peli entonces y lo que sientes al volver a verla ahora.

Pongo el ejemplo de este título, pero podría poner cualquier otro. Cuando la vi por primera vez, tendría unos 18 años. Tenía el recuerdo de que el ambiente general era bastante oscuro, algo sórdido y de que los personajes tenían unos problemas muy retorcidos. Por no hablar de que el simple hecho de que en la película se hablara de sexo (sólo se habla, no sale ni un pecho de soslayo), ya me parecía lo más de la modernidad.

Dos décadas después, me pareció hasta un tanto ingenua. Dos décadas después, ves con mucha más claridad que los problemas de los personajes no son sexuales, sino que van mucho más allá. Dos décadas después, yo tengo dos décadas más y pienso que qué joven era cuando la vi y qué poquitas cosas me habían pasado en la vida...

Por eso, hay películas que no quiero volver a ver. Como Léolo. Guardo un recuerdo de ellas tan especial, tan bello en ocasiones y tan entrañable en otras, que no quiero que el filtro que los años me pondrían delante si las viera de nuevo, les quitara el halo de magia que aún conservan, porque los recuerda mi cerebro adolescente.
----------
Esta noche, un tema cargado de glamour y de paso del tiempo:
Champagne and Quail - Henry Mancini.

lunes, 11 de abril de 2011

Dentro de ti.

Me gustaría entrar en ti
por un hueco que me abrieses en tu alma,
para verte desde dentro
de lo que miro.

Volverte a nacer, y yo verlo, y saber tu evolución.
Saber cómo te transformas
en el ser que eras y eres amado.

Sentir con tu tacto el roce
de tu piel de nácar.
Besar tus labios desde dentro de tu boca,
desde ese tú que eres y en el que estoy.

Impregnar mis venas de tu sangre
y llorar tus lágrimas por ti.

Pisarán mis pies y dejarán tu huella
por donde quieras ir.

Me dolerán tus heridas
y hablaré tu voz
cuando digas un "te quiero"
hacia tu interior
y yo esté allí.
----------
Y un temazo: Too Afraid To Love - The Black Keys.

viernes, 8 de abril de 2011

Me gusta.

Las sábanas frescas.
El olor de las cerillas al apagarse.
El verde de Asturias.
El cielo en todas sus formas.
El Jardín Botánico.
Los hoteles.
La bossanova.
Las sonrisas abiertas.
Las noches de verano.
Viajar con música.
El aceite corporal.
Los coches nuevos.
Una nueva peli de Woody Allen. Y una antigua.
Las ciudades nuevas para mí.
Mis labios.
Los recuerdos de la Sala El Sol.
Las fotos de Atget.
El mar.
Las tartas.
París, París, París.
El maquillaje.
El foie.
Los tacones altos.
Pedro Salinas.
El juego de El Diccionario.
Cuando un niño pequeño dice mi nombre.
Los relojes.
El olor del almizcle.
El cine francés.
Mirar por la ventana.
El Pedro Ximénez.
Lisboa.
La llegada de la primavera.
Carretera y manta.
Mozart.
Hacer fotos, muchas fotos.
El agua con gas.
Acostarme tarde y que no importe.
Los pendientes.
Cantar en inglés.
La tortilla de patatas de mi madre.
Una mirada.
Flotar.
La luz del atardecer reflejada en la piel y en los ojos.
Un sms que no es de publicidad.
Ganar al Trivial.
El humor absurdo.
Las sorpresas.
Pisar hierba descalza.
Una canción oportuna.
Encontrar algo que olvidé que había guardado.
Releer cartas antiguas.
Las voces de Alex Turner y Anthony Kiedis.
Las gotas de agua sobre mi piel tras la ducha.
Tocar cintas de raso.
Mis vinilos viejos.
No querer acabar un libro.
Una carcajada.
Notar que me quedo dormida.
La luna nítida.
----------
Y esta canción: When The Body Speaks - Depeche Mode.

miércoles, 6 de abril de 2011

Te entiendo perfectamente.

Hace varios años, una amiga y yo intentábamos aconsejar a otra que nos estaba contando sus problemas de pareja. Su chico y ella llevaban una de esas relaciones tortuosas, en las que él suele dar señales claras de que ha perdido el interés y ella suele pensar que en realidad él se comporta así porque, bueno, él es así, muy independiente y suele tener muy mal genio y no le gusta dar explicaciones y está muy liado en el trabajo y blablabla. Le decíamos que, cuando una pareja está enamorada y estable, no tienen por qué existir esas inquietudes. El amor, cuando es amor bidireccional, te hace feliz y no te hace dudar, ni llorar por las esquinas.

Y recuerdo lo que le dije: "Cuando estás bien en el amor, las canciones tristes pierden el sentido. Las encuentras cursis y demasiado dramáticas". Y mi otra amiga me dio la razón.

Me ha venido a la mente cuando he recordado que quiero ver una película que se estrenó ya hace meses: Todas las canciones hablan de mí.

Todo, no sólo las canciones, habla de nosotros. Te enamoras de un tipo que tiene un Audi A3 de color negro y de repente, sólo ves Audis A3 de color negro por la calle. Te dicen que no puedes tener niños y sólo te encuentras mamás empujando sus cochecitos de bebé. Te quedas en números rojos y esta temporada, toda la ropa de las tiendas te parece fabulosa y, encima, te queda bien.

Pero es mentira. Todo está ahí de antes. Todo existe. Pero sólo prestamos atención a lo que habla de nuestras circunstancias.

Claro que yo soy yo y mis circunstancias. Pero ante todo, soy yo. Somos nosotros. Siempre somos nosotros. Y es nuestro carácter el que reacciona ante las situaciones que se nos presentan.

Por eso, no nos vale siempre lo mismo a lo largo de nuestra vida. Necesitamos canciones tristes cuando estamos tristes. Porque necesitamos que nos comprendan y nos encanta saber que hay alguien que ha escrito algo que quiere decir que no somos raros, que no estamos solos. Es más... creo que no hay nada más cruel que escuchar una canción alegre cuando se está triste.
----------
Así que hoy, dejo una canción que, sin duda, habla de mí: Just The Way You Are - Bruno Mars
¡Y seguro que también habla de ti!:)

martes, 29 de marzo de 2011

Más que palabras.

Dicen que las palabras se las lleva el viento. Pero no es cierto. Ojalá fuera así de fácil. Las palabras son tremendamente poderosas. Son, para nosotros, como las uñas de los gatos, o como las protectoras alas de un ave con sus crías.

Una sola palabra puede causar el más irreparable de los daños. Pero también puede curar la más profunda de las heridas.

Si fuéramos realmente conscientes de lo que decimos y cómo lo decimos, la vida sería más sencilla.

Deberíamos pensar bien todas las frases que vamos a decir en voz alta, porque es posible que nuestro interlocutor no las olvide. Y lo que digamos, será como nuestro pelo, o como nuestra forma de vestir, porque nos definirá.

Y también deberíamos pensar igual de concienzudamente lo que vamos a callar. La ausencia de palabras también hiere.

Una palabra, a veces, duele más que una bofetada y eriza la piel más que un beso.

Somos, además de agua o células, lenguaje. Él es el que da forma a nuestros pensamientos y emociones. Y por eso es esencial que los comuniquemos bien. Que nuestras palabras sean el dibujo fiel de nuestra mente y nuestro corazón. Que nuestras palabras hablen bien de nosotros.

----------
Y, hablando de palabras, esta canción está llena de ellas. Y dicen mucho.
The Last Shadow Puppets - Meeting Place

lunes, 21 de marzo de 2011

Información meteoro¿lógica?.

Todos los programas hablan hoy de lo mismo: ha llegado la primavera. ¿Por qué el tiempo ocupa tantos espacios en las noticias? Entiendo que suceda cuando nieva en agosto, o cuando hay inundaciones, o una extrema sequía, o una tremenda ola de calor... Pero que llueva en marzo, o que algunas playas se llenen a principios de abril, durante un par de días, no es noticia.

Una hora y media de tele diaria dedicada al tiempo. ¡Ni que todos fuéramos agricultores, marineros o camioneros! Supongo que la mayoría de la gente decide qué ponerse cuando abre la ventana por la mañana...

Y la cantidad de quejas que genera: que si por qué siempre empiezan a dar el tiempo por Galicia, que por qué siempre hay una nube en Asturias, cuando casi siempre luce el sol, que por qué el hombre del tiempo no se pone a la izquierda, que no se ven las Baleares, que por qué dicen "grados centígrados", cuando lo correcto es decir "grados Celsius"...

Aun así, tengo que reconocer que algo tendrá, cuando es uno de los programas con más audiencia, día tras día...

lunes, 14 de marzo de 2011

Sólo un piano.

¿Qué tendrá la música que es capaz de transformarnos?

Eso me ha venido a la mente, en cuanto ha empezado a sonar, de repente, en la tele, la deliciosa Gymnopedie nº1 de Satie...

Gymnopedie nº 1 - Erik Satie

jueves, 10 de marzo de 2011

Harta del Arte.

Creo que estoy harta de los "listos". Lo que voy a plantear aquí es una reflexión más que habitual en los debates caseros, pero es que también es más que habitual encontrar el tipo de cosas de las que me voy a quejar.

Hace un rato he leído un artículo en el que se ponía verde a los best-sellers, argumentando que no son Literatura. Suele pasar: en cuanto algo se vende por millones de ejemplares, ya es malo. Ya no es Arte.

Sucede también con la música. Lady Gaga es un horror, porque llena campos de fútbol. En cambio, la música como Arte, está escondida en la programación de un pequeño local de conciertos del barrio de Carabanchel. Pero nadie la sabe valorar.

Entonces ¿qué es el Arte? ¿Es algo tan superior a nosotros, casi divino, que sólo pueden entenderlo y valorarlo quienes lo crean y tres o cuatro elevados que lo comprenden?

Entiendo, además, que el artista, por definición, aspira a ser pobre, porque en cuanto un músico entre en las listas de éxitos, ya es un producto comercial. Ya no mola. Lo que mola es decir el nombre de un grupo y que no lo conozca nadie. Lo que mola es leer un libro del que sólo se han editado 100 ejemplares y cuya editorial cerró semanas después de la publicación.

Encumbramos lo minoritario, magnificamos lo que conocemos menos y todo eso no es más que el producto de un tremendo complejo de inferioridad o superioridad, según el caso: "No lo entiendo, así que tiene que ser buenísimo" o "Lo entiendo perfectamente; por fin un autor a la altura de mi intelecto".

Los autores minoritarios no pueden quejarse de que Ken Follet o Carlos Ruiz Zafón vendan como churros. Tendrían que estar felices de ser minoritarios. Según sus propias teorías, significa que son buenísimos.

Además, estoy segura de que los grandes autores incomprendidos, se comen más de una hamburguesa, aunque éstas no sean precisamente "Gastronomía".

Pretender que todo el "Arte" sea de una calidad exquisita es como pretender que toda la humanidad tenga un intelecto y una sensibilidad extremos, amén de bastante tiempo libre para pararse a profundizar. Y nos quedan varias glaciaciones para conseguir eso.

lunes, 21 de febrero de 2011

Mediados de mayo.

Me recuerdo un día de sol, con ese calor incipiente de mediados de mayo.

Era sábado. Me levanté con una sonrisa. Y me puse aquel vestido rojo de manga corta y falda de vuelo, que me gusta tanto. Me calcé unos zapatos azules de tacón y me puse a bailar delante de mi espejo blanco, con aquella luz entrando por las rendijas de la persiana de mi habitación.

Y aquella suave música de fondo.

Y el optimismo que viaja siempre con el aire de la primavera.

Y la sensación de que era serenamente feliz. E inmensamente feliz.

Ojalá estuviéramos ya a mediados de mayo.

domingo, 13 de febrero de 2011

Misread.

La otra noche, un buen amigo mío, me dijo que, desde que empezó a leer libros de Astronomía, su vida le parece muy pequeña. Es verdad que es eso lo que produce esa ciencia. Darse cuenta de que "ahí fuera" las distancias, las dimensiones, las velocidades, las fuerzas son inmensas, mucho más que inmensas, hace que nosotros parezcamos... casi nada.

Puede ser esa la razón de que yo tienda a relativizarlo casi todo, la razón por la que no me tome esta vida muy en serio. ¿O tal vez sea al contrario? Tal vez me la tomo mucho más en serio que la mayoría.

Esta mañana he recogido todos mis libros y he encontrado el que quizás sea para mí el más entrañable: un pequeño atlas de Astronomía que mis padres me compraron allá por el 81, cuando yo sólo tenía 9 años.

Así que supongo que esa costumbre de tomarme todo esto como una especie de guión cinematográfico, me viene ya de entonces, y probablemente, de antes.

A pesar de mis momentos de melancolía, a pesar de mis largos ratos de reflexión, a pesar de la insatisfacción que a veces me generan mis caprichos, soy irremediablemente optimista.

Mi presente no es, en un aspecto concreto de mi vida, precisamente envidiable. Sería un momento estupendo para lamentarme, hundirme, culparme, compadecerme de mí misma... Pero todo eso ya lo he hecho. En cambio, ahora siento que tengo más fuerzas que nunca para levantarme. Y en lugar de ver mi situación como un final, la veo como una continuación. Ni siquiera como un principio. Sigo adelante, simplemente. Y sigo ilusionada. Es posible que mi ilusión no conlleve sonrisa ahora mismo, pero desde luego, sí conlleva paz y confianza.

Tengo muchos defectos, tantos como cualquiera, pero anoche, el mismo buen amigo, en una nocturna charla de sábado, me dijo, literalmente: "Todo esto será duro, pero como tú eres la misma de siempre, saldrás". Y... sí, esa es mi gran virtud. Me levanto. Cien mil veces. Y con la práctica, cada vez me levanto con menos dificultad.

Como le decía Juliette Binoche a Jeremy Irons en aquella película, "La gente herida es peligrosa. Sabe que puede sobrevivir". No es exactamente mi caso actual, nadie me ha herido... pero la frase me sirve.

Escribo todo esto, no sólo para expresarme después de un silencio largo y doloroso, sino también para deciros (especialmente a ti, que me leerás en el metro desde tu móvil) que el único sufrimiento que los simples terrícolas no podemos evitarnos es el de la falta de salud de un ser querido. Lo demás, está en nuestra mano. Siempre se puede hacer algo para salir adelante. Y una sonrisa ayuda muchísimo. Sobre todo si esa sonrisa es la nuestra.
----------
Hoy dejo una canción acompañada de un vídeo. La dejo porque ahora mismo, creo que yo sueno así. A unos os parecerá dulce, a otros, melancólica, a otros optimista y a otros, serena. Y yo estoy de todas esas formas. Estoy como sus notas y como la luz y el paisaje del videoclip.
Kings of Convenience - Misread.
http://www.youtube.com/watch?v=WOxE7IRizjI
Should I take that risk or just smile?...

jueves, 27 de enero de 2011

La familia feliz.

Esta mañana he leído una crítica sobre el nuevo programa de TVE, En Familia. El autor carga contra su contenido porque dice que se trata de un espacio muy blanco y muy azucarado y que presentaba a un montón de familias felices y dicharacheras. Además, dice que este tipo de espacios presentan un mundo idealizado y demasiado optimista.

¿Y qué?

No pasa nada porque haya espacios que no sean de denuncia social. ¿Acaso la televisión sólo está para dar malas noticias? Quizás tenga más morbo recrearse en las desgracias ajenas, claro. Consuela mucho más saber que hay gente que está peor que uno. Pero ¿no es lícito tener un espacio que no hurgue en las heridas ajenas, que no saque audiencia nutriéndose únicamente de las miserias de los demás?

Las programaciones de todas las televisiones están plagadas de noticias sobre familias destrozadas por los malos tratos, por las enfermedades, por la extrema pobreza. Y creo que no está mal que alguien nos muestre el lado opuesto: gente sencilla, con problemas cotidianos, que vive en una razonable felicidad. En un razonable equilibrio. Está claro que esto no puede mostrarse como noticia, porque afortunadamente, la violencia y la tragedia, siguen siendo algo "extraordinario". Pero no sería justo que, cada vez que nos asomáramos a la ventana de nuestro televisor, sólo pudiéramos ver penurias.

El mundo está hecho un asco. Pero eso nunca ha cambiado a lo largo de la Historia. Siempre ha habido malos tratos, asesinatos, miseria, abandonos, violaciones, secuestros, robos. Y seguramente, antes, muchos más que ahora. Lo que pasa es que el exceso de información sobre este tipo de sucesos, nos desesperanza, nos deprime, nos hace creer que el mundo es un lugar horrible.

La vida es esto. La vida no es, en general, ni absolutamente trágica ni completamente feliz. Hasta en las situaciones más duras, hay instantes de alivio e incluso hasta de humor. Es cierto que hay mucha gente mala, pero no lo es menos que existe un montón de gente buenísima que se encarga de paliar los dolores de los que peor lo están pasando.

No pasa nada porque haya un programa optimista. No pasa nada por irse a la cama una noche con una sonrisa.
----------
Hoy, un viejo tema...
Blue World - The Moody Blues.

jueves, 20 de enero de 2011

Las niñas, con las niñas.

Esta mañana me he enterado de la polémica que ha surgido en Francia por la publicación de un reportaje fotográfico de moda en Vogue, protagonizado por niñas de unos siete años, vestidas y maquilladas como mujeres adultas y adoptando gestos y posturas dignos más de Kate Moss que de Melody (cuando aún cantaba aquello de "Soy una rumbera").

Los detractores de este reportaje argumentan que ese tipo de fotos promueven la pederastia. Y yo, que normalmente soy bastante liberal y que pienso que a veces se sacan las cosas de quicio por falta de sentido del humor o de criterio... esta vez estoy del lado de los detractores. No sé si las fotos promueven la pederastia, pero desde luego, no me parecen para nada apropiadas. Y creo que estoy completamente libre de sospecha en cuanto a la limpieza de mi mirada.

No creo que en el arte valga todo. Y mucho menos cuando hay niños de por medio. Esas tres criaturas, dentro de 10 años serán, seguramente y a juzgar por sus físicos actuales, unas bellísimas mujeres capaces de protagonizar los sueños de cualquier hombre. Pero a la edad que tienen ahora, el aspecto que presentan en esas imágenes, provoca una mezcla de pena y rechazo.

No se trata de tres nenas calzándose los tacones de mamá o pringándose los labios de carmín rojo pasión. Se trata de tres menores (muy menores) vestidas y fotografiadas para inspirar pasiones que ni ellas mismas conocen o siquiera sospechan aún. Porque, sea buena o mala la intención que tenían los creadores del reportaje, el resultado es que intentan emular, sin gracia, a las modelos adultas con poses sensuales y glamourosas, adjetivos que no deberían calificar nunca a un niño pequeño.

Además... esas niñas ahora son conocidas mundialmente y no creo que eso les beneficie en nada más allá de lo económico.

Por supuesto, todos los ejemplares a la venta se agotaron en tres días. No me extraña. Yo misma he corrido a ver las fotos cuando me he enterado de la noticia. ¿Será la curiosidad o las ganas de juzgar por sí mismos lo que ha empujado a la gente a comprarla? Espero que, en la mayoría de los casos, sea así.

Me gusta mucho la moda. No la sigo, pero estoy enterada de las tendencias, los diseñadores, los clásicos... Pero este tipo de tonterías que a veces tiene ese mundo, me saca de quicio.
----------
Yo, a su edad, escuchaba cosas como esta:
Owner of a lonely heart - Yes.

lunes, 10 de enero de 2011

Consejos.

Me fascina ver la diversidad de caracteres, formas de pensar, enfoques de la vida que existen. Es algo obvio, pero comprobarlo es de lo más interesante.

Cuando le cuentas algo a los demás, algo que te sucede, o planteas algún problema, casi nadie coincide en su manera de verlo. Casi nadie te da una opinión igual a otra, ni un consejo igual a otro.

¿Depende de la personalidad de cada uno? ¿De las circunstancias actuales de cada persona? ¿De sus vivencias? ¿De su experiencia? ¿De lo que piensan de ti? Probablemente dependa de todo eso, incluso a la vez.

Eso me lleva a pensar que sólo hay dos caminos: o escoger a una sola persona para que te aconseje en un momento determinado, o escogerte a ti mismo y tomar tu opinión como la única válida. Y probablemente, esta última sea la opción correcta.

Un mismo hecho tiene maneras distintas de resolverse. Tan distintas como cada uno de nosotros. Está bien escuchar, valorar... pero al final, siempre es nuestra vida, nuestro trabajo, nuestros sentimientos, nuestro dinero o nuestra salud lo que está en juego.
----------
En definitiva...
Everybody's Talking - Nilson.

viernes, 7 de enero de 2011

Por un casual.

Hoy me ha sucedido una cosa curiosísima. Una de esas casualidades que le dan a la vida una vida...

Me encanta jugar. A juegos de mesa, principalmente. Y a juegos de mesa on-line, aunque sea algo casi contradictorio. A veces juego en una página de Internet a varias cosas y en esa "sala de juegos", tienes la posibilidad de comunicarte con tus contrincantes. La mayor parte de las veces sólo uso esa posibilidad para decir "suerte" o "enhorabuena" o "vaya por Dios". Pero a veces, alguien suelta un chiste y te ríes y tú sueltas otro. Pues bueno, eso ha pasado hoy. Y tras el segundo chiste, mi contrincante me ha preguntado cuántos años tengo. No he querido contestar y he dicho que soy muy vieja y que tengo todos los años del mundo. Pero ha insistido y, como yo no sé mentir (no sé por qué, tengo esa estúpida incapacidad), he dicho la verdad. Y me dice: "¡Yo también! Soy del 72". Y añade: "¿de qué mes? Yo de mayo". Vaya... yo también, yo también... Hasta que al final, concreta el día y... ¿adivináis? Sí. Nacimos los dos exactamente el mismo día.

Por supuesto, no me lo creería si él no hubiera dicho antes el mes y el día, pero ha sido así. Y lo más gracioso es que, cuando juego en esa página, suelo hacerlo casi siempre contra la misma gente, es decir, suelo tener siempre los 5 ó 6 mismos contrincantes.

De todas las páginas de juegos de Internet, de todos los jugadores de esa página y de todos los de ese juego en concreto, yo juego con 5 ó 6 y uno de ellos nació dos horas antes que yo. Y, encima, nos lo decimos. Porque de los otros 4 ó 5, no tengo ni idea de sus edades, ni ellos de la mía.

Casualidades como esta, nos suceden a todos de vez en cuando. Sabemos que pasan, que forman parte de la vida, que no son milagros, porque son posibles, pero siempre nos sorprenden, soltando un chispacito, haciendo que tengamos algo que contar, o algo que escribir una noche en un blog.

¿Cuántas coincidencias como esta podríais contar? Seguro que muchas. Seguro que se podría escribir un buen anecdotario juntando las de 3 ó 4 personas.

¿Quién no conoce a alguien que se ha encontrado a un conocido en medio de un bosque de un país extranjero? ¿O a alguien cuyo vecino resulte ser el primo hermano de su ex cuñado?

Una de las coincidencias más curiosas que me han contado es la de una pareja que estaba enseñando fotos antiguas a unos amigos. En una de esas fotos, salía la chica con esos amigos tomando algo en un chiringuito, cuando aún no conocía a su marido. De repente, sus amigos se dan cuenta de que en esa foto, también está el marido, en el mismo chiringuito, en la mesa de al lado, con otro grupo de gente. Y la pareja no se había dado cuenta de ese hecho hasta entonces. ¿No es genial?

La vida tiene unos trucos, unos recovecos, unos ires y venires, que la hacen realmente entretenida y que generan, sobre todo, muchos temas de conversación.
----------
La recordé el otro día:
God Gave Me Everything - Mick Jagger.

martes, 4 de enero de 2011

Queridos Reyes Magos.

Esta semana es casi una aventura atravesar las calles. Y mucho más lo es atravesar una tienda. Todo el mundo está comprando. O todo el mundo está intentando comprar.

Y aunque a mí me encanta hacerlo, me paro a pensar y es precisamente ahora cuando me parece que regalar pierde todo el sentido.

Estamos obligados a hacerlo. Tenemos que encontrar algo maravilloso que guste a quienes queremos. O, al menos, algo que necesiten. Y es precisamente cuando, la mayoría de las veces, no encuentras lo que buscas.

En ocasiones, es porque no se te ocurre nada, porque temes no estar a la altura, o porque la persona en cuestión parece tener de todo. Y en otras ocasiones es porque, aunque lo tengas clarísimo, cientos de personas también lo han tenido igual de claro y ese producto en concreto está agotado.

"Está agotado". Es una frase que todos tememos en estas fechas, o en los cumpleaños... ¿Somos todos así de simples? ¿Todos tenemos los mismos gustos? ¿Y las mismas tallas?

Regalar debería significar algo parecido a "te quiero". Y un "te quiero" dicho sólo en bodas, lechos de muerte o aniversarios, no tiene más sentido que comer torrijas en Semana Santa.

Pero un regalo a destiempo... es algo que no se olvida. Seguramente, muchas veces no podamos recordar qué nos regaló fulanito hace dos navidades. Pero si fulanito apareció un día, así, porque sí, con un paquetito bajo el brazo, cualquier jueves por la tarde, es probable que no lo olvidemos nunca.

Estamos obligados a comprar, igual que lo estamos a comer turrón, o a ser felices en estas fechas.

Comamos turrón todo el año. Seamos felices todo el año. Y, por supuesto, regalemos todo el año. Es más barato y más fácil que lo que busquemos no esté agotado. Y, encima, no lo olvidarán.

Felices Reyes.
----------
Y yo voy, y os regalo esta canción:
Amazing - George Michael.

domingo, 2 de enero de 2011

Mi tocadiscos.

Un tocadiscos, hoy en día, es, sin duda, una antigualla. Aún se siguen usando entre algunos disc-jockeys (bueno, ahora se dice dj), pero a casi nadie se le ocurre comprarse uno para casa.

En cambio, a mí me regalaron uno los Reyes Magos hace un par de años.

En mi casa, la música siempre ha estado presente. Desde que nací, no he dejado de escucharla. Y sé que a gente más mayor que yo, le choca que me sepa de memoria canciones de principios de los 70.

Por eso, lo de "esa canción es de mi época", para mí no tiene mucho sentido. Todas las canciones son de mi época.

Esta mañana, a raíz de un programa de televisión, he recordado una canción que tarareaba cuando sólo tenía 4 años y me ha parecido casi mágico poder acercarme a mi estantería, sacar un disco de vinilo, ponerla en el plato y escucharla. No, no me ha dado por buscarla en Youtube o en Spotify. Me ha dado por poner el disco.

Hacía tiempo que no desempolvaba mis vinilos. No tengo tantos como quisiera, ni tantos como tenía hace 20 años. No sé por qué, muchos se han "traspapelado". Pero los que quedan son un tesoro para mí.

Tener esas canciones ahí, me resulta muy distinto a tenerlas disponibles en la red. Las que tengo aquí son más mías y no porque las haya pagado, sino porque me parece que están, físicamente, en esos surcos negros.

Recuerdo lo que era para mí comprarme un disco. O que me lo regalaran. Me sentía tremendamente afortunada cuando conseguía el que quería. En mi casa, siempre hubo. Mis padres compraban muchos antes de que yo naciera. Pero nunca olvidaré los dos primeros que me regalaron: el primer LP de Mecano (el del reloj en la portada) y "Bravo Muchachos", un recopilatorio de Miguel Bosé. Los dos son de 1982, así que yo tenía 10 años (ahora se entiende lo de Miguel Bosé). Fue increíble para mí la sensación de que me regalaran esos discos. De verdad, no había nada mejor que me pudieran regalar.

Quitarle el plástico. Buscar dentro, con ansia, por si venían las letras de las canciones. Sacar el vinilo y verlo brillante, nuevo, resplandeciente, sin un arañazo. Colocarlo en el plato y situar la aguja en el surco de mi canción favorita... Nunca será lo mismo que teclear el título en Google, ni pinchar en el icono del archivo. Sé que eso mismo dirán de los mp3 dentro de 30 años, cuando vete tú a saber cómo escucharemos música. Pero mi recuerdo romántico procede de estos plásticos y no de unos cuantos bytes.

Por eso no podría deshacerme de ellos. De ninguno. Y, por supuesto, no podría prescindir de mi pequeño tocadiscos.
----------
Hoy, una canción de mis vinilos:
It's My Life - Talk Talk