De dónde sale esto.

En mayo de 2009, fui a Los Ángeles en un viaje de trabajo. Se trataba de asistir a un evento anual al que sólo suelen ir los grandes jefes de ciertas empresas, pero ese año, un "gran jefe" no pudo ir y fui yo, una doña nadie. El blog nació sólo como una forma diferente y barata de comunicarme con mi familia y amigos mientras estaba allí, a 9 horas de distancia temporal. Pero luego, le cogí el gustillo y, aunque ya no estoy allí, sino en Madrid, considero que nuestras vidas son unas grandes súper producciones y que yo, al fin y al cabo, sigo siendo una doña nadie en Hollywood.

domingo, 4 de julio de 2010

Realidades.

Anoche, por circunstancias sociales, conocimos a un grupo de personas bastante interesantes, todas ellas, médicos. Siempre me ha llamado la atención una cosa respecto a los médicos. A pesar de haber estudiado una carrera basada en la ciencia, casi todos tienen un perfil más humanístico que científico. He conocido a unos cuantos y suelen ser amantes y profundos conocedores del arte, de las letras, de la filosofía... De hecho, en mi promoción de Ciencias de la Imagen, los pocos "rebotados" que venían de otras facultades, solían ser de Medicina.

En fin, de lo que quiero hablar es de un asunto que comentó una de esas personas, a propósito de una charla que teníamos sobre la necesidad de conocer las cosas antes de juzgarlas.

Nos contó que había leído un interesante artículo en El País en el que se decía que las oposiciones a juez eran tan duras y tan largas, que exigían plena dedicación durante demasiados años, por lo que los jueces comenzaban a ejercer alrededor de los 30 años, pero sin apenas haber "vivido". Y que era bastante difícil juzgar temas de la realidad social, cuando no se conoce bien esa realidad social.

He buscado en Internet y, sorprendentemente, he dado con el artículo, que resulta tener unos cuantos años. Os lo dejo aquí, por si queréis profundizar algo más: http://www20.gencat.cat/docs/Justicia/Documents/ARXIUS/doc_23906164_1.pdf

Cuando nos contó aquello, todos le dimos la razón, bien de palabra, bien con omisión de palabra (fue mi caso). Me callé, porque no tenía suficiente confianza y, tampoco me pareció el momento adecuado de abrir un debate. Pero sí abrí un debate en mi interior. Primero, porque no creo que se pueda generalizar así, por las buenas, sobre todo el que oposita a juez.

Efectivamente, requiere largos años cargados de largas horas de estudio. Pero no todo el que hinca los codos lo hace como un autómata. Hay mucha gente que no sólo estudia libros, sino que también devora periódicos y va por la vida con los ojos y los oídos muy abiertos. Y no siempre se aprende de la propia experiencia. Hay personas que llevan una vida muy desgraciada, gente que vive al límite, gente que comete errores, uno detrás de otro y no aprende nada. Y hay otro tipo de gente que aprende de experiencias ajenas. Gente que es capaz de ponerse en el lugar de los demás. Y no nos olvidemos del sentido común: si tienes la suerte de poseerlo, llevas mucho ganado. La universidad de la calle tiene el mismo índice de suspensos que la Complutense, porque todo depende del interés que ponga el estudiante.

¿Sabe más el diablo por viejo que por diablo? No lo creo. Hay miles de viejos que han pasado por la vida sin enterarse de nada. Y posiblemente el diablo lleve bastante aprendido desde pequeñito.

Por otro lado... ¿eres más justo cuando conoces la realidad social? Creo que, a lo que se debería exigir más conocimiento de la realidad social es a las leyes en sí mismas. Los jueces están ahí para interpretarlas, es cierto, pero a veces, se tienen que ajustar a unas leyes que resultan injustas. Además, la interpretación siempre será subjetiva y no cabe la subjetividad en la justicia. Porque tener el título de juez, no implica ser, ni emocionalmente inteligente, ni estar en posesión de la verdad absoluta. Idealmente, debería ser así, pero... la verdad absoluta no existe. Por eso, es imposible aspirar a una justicia divina, cuando está diseñada por humanos.

Además, ¿qué es conocer la realidad social? Por mucho que vivamos, sólo conocemos nuestra propia realidad. La que elijamos conocer. La madre de un drogadicto conoce su realidad, pero no la del juez que ha tardado quince años en conseguir su plaza. No es más conocedor de la realidad el que convive con la pobreza, la prostitución, las drogas, la mendicidad, que el que divide su año entre un yate, una isla del Pacífico y varias estancias en el Ritz.

Lo único que se le puede exigir a un juez es el sentido común, algo que no se adquiere ni buscando entre las páginas de los libros de Derecho, ni paseando entre los charcos y las jeringuillas de la Cañada Real Galiana.

---------
Me gusta:

No hay comentarios:

Publicar un comentario