"Ya está, ya se me ha caído algo", he pensado yo, porque es lo que suele sucederme, que alguien me avise de alguna torpeza que acabo de cometer (una vez, juro que una señora, en la cola de los probadores de El Corte Inglés, me echó literalmente una bronca por la imprudencia de llevar mi bolso abierto). Pero no, esta vez se trataba de algo agradable. La chica quería saber dónde me había comprado esas sandalias tan monas que tengo.
Siempre había querido que me pasara algo así. Que alguien me pare por la calle para preguntarme dónde me he comprado ese fabuloso vestido, o qué perfume tan estupendo utilizo. Y siempre he querido contestar algo como: "en una tiendecita del barrio de Le Marais, en París" o "es una edición limitada de un perfumista libanés". Pero bueno, no se puede tener todo (al menos, de golpe) y he contestado la (sencilla) verdad: "Pues en una zapatería de la calle del Carmen que hay, según vas a Sol, a la izquierda".
La chica ha quedado encantada, contándome que las quiere en otro color, pero que son monísimas y blablabla.
Luego, he pensado que por qué yo no soy así. Por qué yo veo miles de cosas preciosísimas en los cuerpos ajenos y nunca le he preguntado a nadie de dónde lo ha sacado. ¡Con lo halagador que resulta eso!
Hay veces que estamos deseando que nos pasen cosas que nosotros nunca vamos a hacer que les pasen a los demás (¿enrevesada la frase, tal vez?). Pero, si me entendéis (obviamente), sabréis a qué me refiero.
Con lo momentáneamente feliz que me ha hecho que alguien alabe mi gusto para las alpargatas, ¿por qué yo soy incapaz de hacer tan feliz a alguien desconocido preguntándole dónde ha adquirido tan fabuloso bolígrafo? (Por cierto... algún día dedicaré un post a mi pasión por el material de papelería).
Seguramente es porque lo que a mí me hace feliz a otros les fastidia, si no es que, simplemente, les importa un bledo. (Acabo de buscar en la RAE la palabra "bledo", porque hasta ahora, no me había preguntado qué significa... no vaya a ser que en realidad un bledo sea algo que me importe mucho, pero no, ha resultado ser sólo una planta de la familia de las Quenopodiáceas y, además, de tallos "rastreros").
En fin, sed felices, con lo que os haga feliz.
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Esta noche, esta canción, que una vez fue previa a un viaje de fin de semana que duró mucho más...
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