De dónde sale esto.

En mayo de 2009, fui a Los Ángeles en un viaje de trabajo. Se trataba de asistir a un evento anual al que sólo suelen ir los grandes jefes de ciertas empresas, pero ese año, un "gran jefe" no pudo ir y fui yo, una doña nadie. El blog nació sólo como una forma diferente y barata de comunicarme con mi familia y amigos mientras estaba allí, a 9 horas de distancia temporal. Pero luego, le cogí el gustillo y, aunque ya no estoy allí, sino en Madrid, considero que nuestras vidas son unas grandes súper producciones y que yo, al fin y al cabo, sigo siendo una doña nadie en Hollywood.

domingo, 20 de junio de 2010

Muebles viejos.

Este fin de semana hemos estado organizando un poco la casa. Hemos cambiado algunos muebles viejos y hemos comprado una tele nueva para la habitación. Teníamos una pequeña, de unas 15 pulgadas, de tubo, que cumplió muy bien su función durante unos dieciséis años, pero que ya se había quedado obsoleta. También nos hemos desprendido, por fin, de la otra tele, la grande, que guardábamos en la habitación mediana, aunque dejó de funcionar allá por el 2007.

Mi marido ha sugerido que lo dejáramos todo en la calle, al lado de los contenedores de basura, porque seguro que alguien lo aprovecharía: las dos teles (con su mando a distancia), un armario bajo y una especie de asiento de masaje shiatsu que le regalaron a mi suegra por comprar no recuerdo qué, y que te dejaba la espalda peor que antes del masaje.

Efectivamente, diez minutos después, una familia sudamericana se llevaba el armario, comentando lo bien que les venía. A la media hora no había ni rastro de las teles, ni del asiento de masajes.

Me he alegrado de que alguien pudiera aprovechar algo que, en mi casa, sólo estaba estorbando. No me gusta tirar las cosas. La ropa que no me pongo, la suelo regalar. También, otros muebles, los he dado a una asociación que hay en el barrio, que da trabajo a drogodependientes en rehabilitación.

Pero todo esto, también me ha hecho pensar en lo poco conformistas que somos. Yo, la primera. Y en lo poco que cuesta desprenderse de las cosas cuando las sustituimos por otras nuevas, más bonitas, más aparentes...

Es inevitable que sea así. Si las personas que hoy han recogido las cosas que yo he tirado, pudieran haberse comprado una tele o un armario nuevo, habrían hecho exactamente lo mismo que yo. Poca gente hay, en nuestra sociedad, que viva, por gusto, sólo con lo justo.

"Necesitamos una tele nueva". Eso fue lo que dije, poco antes de comprarla. Necesitar, lo que se dice necesitar... sólo necesitamos respirar y beber. Todo lo demás, simplemente, lo queremos. Y a base de querer cosas, han ido avanzando las civilizaciones. Pero, siempre queda mejor decir "lo necesito". Es una justificación mucho mejor vista que decir "lo quiero". Somos caprichosos, pero nos da vergüenza admitirlo.

Ayer vi un trocito de "Mujeres Ricas", el programa de LaSexta. Una de ellas decía que jamás compraba en Zara. Dos chicos que estaban con ella, se le echaron encima, diciendo que qué tenía de malo comprar en Zara. Ella no supo explicarse y, durante bastante rato, estuvo justificando como pudo su comentario. Hasta acabó lloriqueando, diciendo que le parecía fenomenal que Zara existiera, porque así, la gente más o menos pobre, podía salir bien vestida a la calle, pero que, simplemente, ella prefería comprar en Dolce & Gabanna. Yo la entendí perfectamente. No me pareció un comentario escandaloso en absoluto. Ella no compra en Zara, igual que yo no compro la ropa en mercadillos de segunda mano. Nos escandalizamos de que los ricos no hagan cosas de gente de clase media o media baja. Y no nos escandalizamos de que nosotros no hagamos cosas de gente pobre.

No digo que haya que cambiar todo esto. Probablemente, fuera lo ideal, pero el ser humano no es ideal. El pobre haría lo mismo que hace el rico, si también lo fuera. Y viceversa.

Ya que no podemos construir un mundo perfecto, hagamos que, por lo menos, no sea hipócrita...

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Y la canción de hoy...

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